martes, 11 de marzo de 2014

La Exposición Iberoamericana de 1929 y su ambiente artístico (I)



El magno acontecimiento de la Exposición Iberoamericana fue llamado en sus inicios “Exposición Hispanoamericana”, y cambió al nombre que hoy se le da al entrar en la exposición los países luso-hablantes.
El acontecimiento que propició el desarrollo de las artes: urbanismo, arquitectura, esculturas, pintura, artes aplicadas… fue una suerte de Bauhaus a la sevillana.


Surge casi de manera fortuita, y decimos casi porque una fiesta que se celebró en Sevilla, llamada “España en Sevilla”, protagonizada por un militar (Rodríguez Caso, comandante de artillería), era también director de la fábrica de vidrios; fue el portavoz de esa fiesta que se celebró en 1909 para conmemorar la guerra de la independencia, iniciada en 1808. El acontecimiento del centenario, tuvo por boca del comandante Caso, un gran éxito. Todos estuvieron de acuerdo con la idea de hacer un magno certamen como conclusión de esa efeméride.
Comenzó la máquina de propaganda y organización, para llevar a cabo la idea de Rodríguez Caso, una idea muy atractiva, porque se dio la oportunidad de aprovechar el acontecimiento revolucionario para tender el brazo a los países hermanos. Se quería hacer una unción de los países ibéricos con los países americanos. Los demás países no han aportado a América más que conveniencia.
Se llevó a cabo una publicidad con los directivos de periódico, y se unieron fuerzas vivas para llevar a cabo este acontecimiento, cuya gestación fue larguísima, 20 años, pues se inaugura en julio de 1929. En estas dos décadas ocurrieron muchos acontecimientos que hicieron peligrar el éxito del certamen. La ocasión política era propicia, bajo la dictadura de Miguel Primo de Rivera.


Cataluña, que no quería ser menos, propició su propio certamen en Barcelona, pero bastante más limitado en sus pretensiones que el certamen hispalense.

El lugar elegido fue un espacio urbano ideal para hacerlo: la zona sur de la ciudad, con una serie de referencias, como eran los jardines que pertenecían al Palacio de San Telmo, que habían sido donados a la ciudad por la viuda de Don Antonio de Orleans, Doña María Luisa de Borbón por casamiento. En su honor, el nuevo parque urbano recibiría el nombre de la duquesa, María Luisa.
También había una serie de terrenos limítrofes con el río, como la Huerta Mariana, las Delicias Viejas, Naranjales de San Telmo, Sector Sur…

Era una España que empezaba el siglo XX, no muy segura, por ejemplo con la Semana Trágica de Barcelona, los atentados surgidos por el propio comisario de la exposición (Aníbal González Álvarez-Ossorio), obreros que se negaban a trabajar en la construcción…

Aníbal González organizó sabiamente la exposición, dedicando las parcelas en una serie de emplazamientos. La primera dedicada a la Exposición Nacional de Arte, Industria y Ciencia, en segundo lugar la parcela dedicada a los Países Americanos, la tercera a las Regiones Españolas, el cuarto sería Sevilla: Historia y Tradiciones, y la quinta un parque de atracciones con un estadio deportivo, llamado el Estadio de Heliópolis.

Pero la Exposición Iberoamericana del ’29 es mucho más, es la proyección de Sevilla, Andalucía y España al mundo contemporáneo. Al fin y al cabo, dos años antes, un andaluz, Pablo Ruiz Picasso, había roto los convencionalismos artísticos, con la obra archiconocida “Las Señoritas de Avignon”, bautizando al movimiento cubista. Los primeros movimientos, los –ismos comenzaban a nacer.
Por otra parte se iba a cumplir el centenario de la independencia de los países hispanoamericanos.

Esta exposición abrió un nuevo paso hacia las comunicaciones. Se establece una estafeta aérea entre Sevilla y Buenos Aires; se pone en marcha el aeródromo de Tablada. Se ensancha el panorama.
Se hizo una esclusa en la ciudad para propiciar la navegabilidad.

Aníbal González: “Pabellón Mudéjar” (1914)

Se acaba en 1914. Lo islamo-mudéjar es muy identificativo. Es una interpretación que Aníbal González hace fielmente, pero con libertad.
Se utilizan tres elementos fundamentales: ladrillo, madera y cerámica (el hierro en menor proporción).
En el interior vemos una pantalla de arcos, el tratamiento en la talla del ladrillo. Todo ello con complemento de lámparas de hierro fundidas.

Aníbal González: “Pabellón Reyes Católicos” (1916)

También llamado Pabellón Real. Ese arte de época incierta. Arcos rebajados, de medio punto, empleo de azulejería en la decoración heráldica, crestería, pináculos, columnas entorchadas… Aníbal era un entusiasta.

Aníbal González: “Pabellón del Renacimiento”

Se hacían exposiciones artísticas. Es una interpretación del renacimiento. Hoy se usa como Museo Arqueológico.

Aníbal González: “Plaza de España” (1914-8)

Resume la tradición artística española. Está concebida por un espacio abierto, en cuyo centro se encuentra una fuente realizada por Vicente Traver. La Plaza de España es un semicírculo que abraza. Se inspiró en los grandes tratadistas del renacimiento italiano.
Tiene un carácter urbanístico, con unos canales para navegar con pequeñas barcas. Vuelve a reivindicar el uso del opus latericium (ladrillo), también usando elementos cerámicos, algún material pétreo… hace una gran teoría arquitectónica. Hace una evocación arquitectónica de la Roma antigua (Palacio Farnesio, Teatro Flavio…). También vemos columnas abalaustradas, de esas que define Diego de Sagredo en “Medidas del romano” (1527). Frontones rectos, pináculos, arcos de medio punto… toda una teoría arquitectónica. Detalles verdaderamente extraordinarios, con una teoría de arcos alternados con dinteles, con medallones con retratos de bustos.
Bajo la balaustrada vemos el recuerdo de la tradición ceramista hispanoitaliana con Pisano. Bellísima interpretación ceramista ornamental.
Hay unas pequeñas hornacinas con anaqueles: estaban dedicadas a colocar libros para leer.
Hay un elemento arquitectónico en la plaza que no se puede olvidar: las torres. Bellísima, esbelta, elegante, pero recia al mismo tiempo, pues así son las torres españolas.
Sobre los canales vemos puentes con unas balaustradas.

Vicente Traver: “Casino de la Exposición”

Un edificio con un núcleo central, que exteriormente se desarrolla en unas salas, donde está presente ahora el arte barroco. Vemos baquetones típicamente dieciochescos; el baquetón es una moldura mixtilínea.
Nos puede recordar a la tradición arquitectónica adrianea.

Martín Noel es un hispanista argentino, al cual conoció Gustavo Bacarisas. Nace en 1888 y muere en 1963. Junto con Ángel Guido, de origen italiano realiza lo siguiente:

Martín Noel: “Pabellón de la República Argentina”

Tiene un pabellón anexo. Actualmente es el Estudio de Danza.
Como referencia tenemos la Iglesia de la Paz de Bolivia y la Iglesia de Arequipa, al igual que la Casa Ugarte de Peru.
En 1924 Ángel Guido dibujó el patio de la Casa de los Villanueva en La Paz (Bolivia). Su amigo Martín Noel lleva a cabo la misma composición en el patio interior de este pabellón.

Tiene una planta octogonal, y la planta superior está decorada por Gustavo Bacarisas. La bóveda-cúpula tiene sus aberturas y linterna, pero da la impresión de que es una bóveda.
Tenemos la representación de la Virgen de Luján, patrona de Argentina; el arte caligráfico de Bacarisas es una especie de constructivismo muy personal.

Manuel Piqueras Cotolí (1885-1937): “Pabellón de Perú”

Hace una interpretación muy lograda de la arquitectura hispánica, relacionada con la tradición arquitectónica incaica precolombina. Fue también Consulado de Perú.
Vemos unos balcones lígneos, que se encuentran en muchas localidades hispanoamericanas, también en la zona de Cádiz… vemos aquí la labor de esta exposición.

José Granados de la Vega: “Pabellón de Colombia” (1929)

La fachada de este conjunto tiene elementos propios de la tradición artística colombiana, y también fundamentalmente lo hispánico en las dobles torres que flanquean la fachada.

José Granados de la Vega: “Pabellón de Guatemala”

Es un pabellón pequeño pero con un gran valor ornamental. Es muy coqueto desde el punto de vista estético, dado por ese conjunto de azulejos; un pabellón muy polícromo y ornamental.

Pedro Pablo Basto: “Pabellón de Brasil”

Un tanto anodino, sin la envergadura de los dos grandes pabellones.

William Templeton: “Pabellón de los Estados Unidos de América” (1929)

Tiene referencia a la forma más hispanizada: Texas. Totalmente blanqueado, enluciendo el ladrillo, pero con una portada pétrea, muy española. Nos recuerda a algunos ranchos del norte de México.
En este pabellón hubo exhibiciones cinematográficas, y según algunos parece que se experimentó con el rayo láser.






Manme Romero.








Fuentes consultadas:
-ANGULO, Diego.
- P.C. Gerardo: “Arte Contemporáneo en Andalucía”; Universidad de Sevilla



(*) Nota: las imágenes fueron tomadas de Internet y los derechos de autoría pertenecen a sus respectivos dueños.

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