El magno acontecimiento de la Exposición Iberoamericana fue
llamado en sus inicios “Exposición Hispanoamericana”, y cambió al nombre que
hoy se le da al entrar en la exposición los países luso-hablantes.
El acontecimiento que propició el desarrollo de las artes:
urbanismo, arquitectura, esculturas, pintura, artes aplicadas… fue una suerte
de Bauhaus a la sevillana.
Surge casi de manera fortuita, y decimos casi porque una
fiesta que se celebró en Sevilla, llamada “España en Sevilla”, protagonizada
por un militar (Rodríguez Caso, comandante de artillería), era también director
de la fábrica de vidrios; fue el portavoz de esa fiesta que se celebró en 1909
para conmemorar la guerra de la independencia, iniciada en 1808. El
acontecimiento del centenario, tuvo por boca del comandante Caso, un gran
éxito. Todos estuvieron de acuerdo con la idea de hacer un magno certamen como
conclusión de esa efeméride.
Comenzó la máquina de propaganda y organización, para llevar
a cabo la idea de Rodríguez Caso, una idea muy atractiva, porque se dio la
oportunidad de aprovechar el acontecimiento revolucionario para tender el brazo
a los países hermanos. Se quería hacer una unción de los países ibéricos con
los países americanos. Los demás países no han aportado a América más que
conveniencia.
Se llevó a cabo una publicidad con los directivos de
periódico, y se unieron fuerzas vivas para llevar a cabo este acontecimiento,
cuya gestación fue larguísima, 20 años, pues se inaugura en julio de 1929. En
estas dos décadas ocurrieron muchos acontecimientos que hicieron peligrar el
éxito del certamen. La ocasión política era propicia, bajo la dictadura de
Miguel Primo de Rivera.
Cataluña, que no quería ser menos, propició su propio
certamen en Barcelona, pero bastante más limitado en sus pretensiones que el
certamen hispalense.
El lugar elegido fue un espacio urbano ideal para hacerlo:
la zona sur de la ciudad, con una serie de referencias, como eran los jardines
que pertenecían al Palacio de San Telmo, que habían sido donados a la ciudad
por la viuda de Don Antonio de Orleans, Doña María Luisa de Borbón por
casamiento. En su honor, el nuevo parque urbano recibiría el nombre de la
duquesa, María Luisa.
También había una serie de terrenos limítrofes con el río,
como la Huerta Mariana, las Delicias Viejas, Naranjales de San Telmo, Sector
Sur…
Era una España que empezaba el siglo XX, no muy segura, por
ejemplo con la Semana Trágica de Barcelona, los atentados surgidos por el
propio comisario de la exposición (Aníbal González Álvarez-Ossorio), obreros
que se negaban a trabajar en la construcción…
Aníbal González
organizó sabiamente la exposición, dedicando las parcelas en una serie de
emplazamientos. La primera dedicada a la Exposición Nacional de Arte, Industria
y Ciencia, en segundo lugar la parcela dedicada a los Países Americanos, la
tercera a las Regiones Españolas, el cuarto sería Sevilla: Historia y
Tradiciones, y la quinta un parque de atracciones con un estadio deportivo,
llamado el Estadio de Heliópolis.
Pero la Exposición Iberoamericana del ’29 es mucho más, es
la proyección de Sevilla, Andalucía y España al mundo contemporáneo. Al fin y
al cabo, dos años antes, un andaluz, Pablo Ruiz Picasso, había roto los
convencionalismos artísticos, con la obra archiconocida “Las Señoritas de
Avignon”, bautizando al movimiento cubista. Los primeros movimientos, los –ismos comenzaban a nacer.
Por otra parte se iba a cumplir el centenario de la
independencia de los países hispanoamericanos.
Esta exposición abrió un nuevo paso hacia las
comunicaciones. Se establece una estafeta aérea entre Sevilla y Buenos Aires;
se pone en marcha el aeródromo de Tablada. Se ensancha el panorama.
Se hizo una esclusa en la ciudad para propiciar la
navegabilidad.
Aníbal González: “Pabellón Mudéjar” (1914)
Se acaba en 1914. Lo islamo-mudéjar es muy identificativo.
Es una interpretación que Aníbal González hace fielmente, pero con libertad.
Se utilizan tres elementos fundamentales: ladrillo, madera y
cerámica (el hierro en menor proporción).
En el interior vemos una pantalla de arcos, el tratamiento
en la talla del ladrillo. Todo ello con complemento de lámparas de hierro
fundidas.
Aníbal González: “Pabellón Reyes Católicos” (1916)
También llamado Pabellón Real. Ese arte de época incierta.
Arcos rebajados, de medio punto, empleo de azulejería en la decoración
heráldica, crestería, pináculos, columnas entorchadas… Aníbal era un
entusiasta.
Aníbal González: “Pabellón del Renacimiento”
Se hacían exposiciones artísticas. Es una interpretación del
renacimiento. Hoy se usa como Museo Arqueológico.
Aníbal González: “Plaza de España” (1914-8)
Resume la tradición artística española. Está concebida por
un espacio abierto, en cuyo centro se encuentra una fuente realizada por
Vicente Traver. La Plaza de España es un semicírculo que abraza. Se inspiró en
los grandes tratadistas del renacimiento italiano.
Tiene un carácter urbanístico, con unos canales para navegar
con pequeñas barcas. Vuelve a reivindicar el uso del opus latericium (ladrillo), también usando elementos cerámicos,
algún material pétreo… hace una gran teoría arquitectónica. Hace una evocación
arquitectónica de la Roma antigua (Palacio Farnesio, Teatro Flavio…). También
vemos columnas abalaustradas, de esas que define Diego de Sagredo en “Medidas
del romano” (1527). Frontones rectos, pináculos, arcos de medio punto… toda una
teoría arquitectónica. Detalles verdaderamente extraordinarios, con una teoría
de arcos alternados con dinteles, con medallones con retratos de bustos.
Bajo la balaustrada vemos el recuerdo de la tradición
ceramista hispanoitaliana con Pisano. Bellísima interpretación ceramista
ornamental.
Hay unas pequeñas hornacinas con anaqueles: estaban
dedicadas a colocar libros para leer.
Hay un elemento arquitectónico en la plaza que no se puede
olvidar: las torres. Bellísima, esbelta, elegante, pero recia al mismo tiempo,
pues así son las torres españolas.
Sobre los canales vemos puentes con unas balaustradas.
Vicente Traver: “Casino de la Exposición”
Un edificio con un núcleo central, que exteriormente se
desarrolla en unas salas, donde está presente ahora el arte barroco. Vemos
baquetones típicamente dieciochescos; el baquetón es una moldura mixtilínea.
Nos puede recordar a la tradición arquitectónica adrianea.
Martín Noel es un
hispanista argentino, al cual conoció Gustavo Bacarisas. Nace en 1888 y muere
en 1963. Junto con Ángel Guido, de origen italiano realiza lo siguiente:
Martín Noel: “Pabellón de la República Argentina”
Tiene un pabellón anexo. Actualmente es el Estudio de Danza.
Como referencia tenemos la Iglesia de la Paz de Bolivia y la
Iglesia de Arequipa, al igual que la Casa Ugarte de Peru.
En 1924 Ángel Guido dibujó el patio de la Casa de los
Villanueva en La Paz (Bolivia). Su amigo Martín Noel lleva a cabo la misma
composición en el patio interior de este pabellón.
Tiene una planta octogonal, y la planta superior está
decorada por Gustavo Bacarisas. La bóveda-cúpula tiene sus aberturas y
linterna, pero da la impresión de que es una bóveda.
Tenemos la representación de la Virgen de Luján, patrona de
Argentina; el arte caligráfico de Bacarisas es una especie de constructivismo
muy personal.
Manuel Piqueras Cotolí (1885-1937): “Pabellón de Perú”
Hace una interpretación muy lograda de la arquitectura
hispánica, relacionada con la tradición arquitectónica incaica precolombina.
Fue también Consulado de Perú.
Vemos unos balcones lígneos, que se encuentran en muchas
localidades hispanoamericanas, también en la zona de Cádiz… vemos aquí la labor
de esta exposición.
José Granados de la Vega: “Pabellón de Colombia” (1929)
La fachada de este conjunto tiene elementos propios de la
tradición artística colombiana, y también fundamentalmente lo hispánico en las
dobles torres que flanquean la fachada.
José Granados de la Vega: “Pabellón de Guatemala”
Es un pabellón pequeño pero con un gran valor ornamental. Es
muy coqueto desde el punto de vista estético, dado por ese conjunto de
azulejos; un pabellón muy polícromo y ornamental.
Pedro Pablo Basto: “Pabellón de Brasil”
Un tanto anodino, sin la envergadura de los dos grandes
pabellones.
William Templeton: “Pabellón de los Estados Unidos de América” (1929)
Tiene referencia a la forma más hispanizada: Texas.
Totalmente blanqueado, enluciendo el ladrillo, pero con una portada pétrea, muy
española. Nos recuerda a algunos ranchos del norte de México.
En este pabellón hubo exhibiciones cinematográficas, y según
algunos parece que se experimentó con el rayo láser.
Manme Romero.
Fuentes consultadas:
-ANGULO, Diego.
- P.C. Gerardo: “Arte
Contemporáneo en Andalucía”; Universidad de Sevilla
(*) Nota: las imágenes fueron tomadas de Internet y los derechos de autoría pertenecen a sus respectivos dueños.
(*) Nota: las imágenes fueron tomadas de Internet y los derechos de autoría pertenecen a sus respectivos dueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario