Como
podéis ver en el título, vamos a hablar del Muralismo Mexicano, un movimiento artístico,
político y social que surge tras la Revolución Mexicana de 1910. Dividiré este
post en dos para que no se haga demasiado largo, y en esta primera parte
hablaremos del movimiento y de los principales representantes.
El
muralismo como movimiento artístico nace en México, en torno a 1922-24, que va
a utilizar las grandes superficies murales como soporte de su pintura, pero con
un añadido: tendrán un contenido básicamente ideológico. El muralismo se
extiende como movimiento a otras naciones iberoamericanas, porque en sus idas y
venidas, por donde pasa colaboran en cierta medida. El muralismo se convierte
en el movimiento más internacional de esa primera mitad del siglo XX mexicano
y, por lo tanto, también veremos cómo influye en Cuba.
Ese muralismo mexicano se va a convertir en un
elemento artístico imprescindible para magnificar la Revolución Mexicana de
1910: un movimiento popular y nacional, una heroica revuelta de campesinos sin
tierra. Algunos hablan de revuelta, otros de revolución… Comienza como una
revuelta heroica de campesinos sin tierra, pero enseguida se le unen toda una
serie de progresistas, intelectuales, artistas… que querían, en cierta medida,
casi dos cosas diferentes: unos querían tierras, tener lo básico; mientras que
otros querían volver a la vida y a la antigua civilización, truncada por los
“malísimos españoles”… Para darle ese toque de intelectualidad a la revolución
mexicana lo único que no había que ser es campesino.
Lo que querían era hacer de México una nación moderna,
porque el porfiriato, gobierno de
Porfirio Díaz, fue extremadamente complejo en cuanto a la corrupción, las
mordidas (comisiones en los sobornos)… alejado de prestar atención a las
clases bajas y demás. Esto conllevará que aparezca dicha revuelta de
campesinos.
Tras la victoria de los revolucionarios, los primeros
gobiernos democráticos van a buscar a esos intelectuales que habían participado
en la revolución para la formación cultural del pueblo, porque ese primer
gobierno tras la revolución, el de Obregón, quiere hacer una reforma de la
enseñanza, la cual la dirige José Vasconcelos. En esa reforma de la enseñanza
ven adecuado el que esos artistas, para llegar a esas masas, utilizaran el muro
para crear figuraciones murales de carácter narrativo, decorativo, celebrativo…
pero sobre todo narrativo, para que el pueblo lo entendiera y pudiera ser
educado. Prestaron atención también a los grabados populares para dicha educación.
Es por eso que José Guadalupe Posada es una fuente muy importante para los
muralistas.
A partir de aquí, los muros de los edificios públicos
se convierten en portadores de mensajes gráficos para una población analfabeta.
En 1920 el 85% de la población mexicana no sabía leer.
Los muralistas también tenían un deseo de remontarse a
lo que era el arte prehispánico, a las historias prehispánicas… pero esos
artistas muralistas se ciñen a fuentes más próximas, aunque acudan a algunos
recursos iconográficos prehispánicos, pero se ciñen a fuente de la cultura
popular, del folklorismo del período colonial… combinándolo con las corrientes
de vanguardia europea. De nuevo la búsqueda de la identidad nacional combinado
con Europa.
Emplean siempre un estilo realista, estrechamente
obligado a lo que podríamos entender como realismo socialista. Está también
fuertemente vinculado con el expresionismo o, mejor dicho, una tendencia
expresionista. Además, tienen un profundo interés por los avances
tecnológicos y técnicos aplicados al muro. Esas pinturas que tienen que estar
al aire, irán utilizando ciertos recursos técnicos más avanzados.
Ese movimiento, que surge en la década de los ’20, va
a tener tres grandes muralistas, representantes: José Clemente Orozco, Diego
Rivera y David Alfaro Siqueiros. Hay otros como Fernando Revueltas o
Fernando Leal… pero menos destacables.
Lo que pretendían con este estilo realista, la
utilización del muro, sustituir el elemento comercial y elitista de la pintura,
por una pintura con una funcionalidad pedagógica, didáctica, radicalmente
popular. Por otro lado, también intentan conceder una destacada importancia al
mensaje comunicado, un mensaje donde predomina la ideología de izquierda, el
carácter anti-español y la marcada misión épica. Defienden también la pintura
figurativa, pues le importa el mensaje.
Cuando hacen pintura de historia, las secuencias y
pasajes de conquista, de la etapa colonial, siempre va a haber un sentimiento
anti-español. Todo esto servía de propaganda política del estado y les sirve
para reafirmar su legitimidad.
Empezaremos
hablando de José Clemente Orozco (1883-1949). Nace en Ciudad Guzmán y muere en Ciudad
de México. El primero de los muralistas en morir. Se le ha considerado quizás
el muralista más brillante de los tres. Se forma en la academia de San Carlos
de México, pero antes había estudiado en la escuela de agricultura para
contentar a su familia, porque ser artista no estaba muy bien visto. Pero tiene
un episodio traumático cuando está haciendo unos experimentos en dicha escuela,
pierde la mano derecha en una explosión y pasa a estudiar arte.
En 1910 participa en una primera exposición de
pintores “rebeldes”, que querían salir un poco de esa academia. Durante la
Revolución colaboró como caricaturista político en diversas revistas y
periódicos. Pero los últimos años de la revolución se marcha a Estados Unidos, donde
trabajó como pintor de rótulos en unos trabajos económicos para poder
sobrevivir.
Cuando regresa a México en 1920 se alinea a ese
movimiento intelectual en torno a José Vasconcelos, el cual está fraguando esa
idea de la enseñanza a través del mundo. En 1922 se adhirió al sindicato de
pintores y escultores y Vasconcelos lo llama para que colabore en la primera
obra importante y del muralismo: la decoración de la escuela nacional
preparatoria. Trabajan en una serie de frescos los primeros muralistas.
“El Juicio Final”, 1923-24.
En estas obras dota a sus protagonistas de una
corporeidad heroica y monumental. Aquí va a trabajar también Ribera. Su estilo
heroico está fundado en un realismo de carácter expresionista, conscientemente
ligado a las viejas tradiciones artísticas mexicanas, de violento dinamismo y
amplísima factura. Carácter satírico, de crítica no solo social sino también a
las concepciones religiosas.
“Mural en
Pomona College”, 1930.
Va a realizar una serie de frescos que le proponen un
asunto de tema religioso, quizás imágenes de personajes fundadores de
universidades… y él utiliza el tema de Prometeo, un tema obsesivo, el hombre y
el fuego. Un elemento que obsesiona a Orozco porque es el fuego que purifica, y
por ello esta figura estará siempre muy presente.
En este momento va a acentuar todo ese estilo severo,
esa representación de masa nerviosa, apasionada, de sentimientos cargados. Esa
gran monumentalidad, corporeidad de sus personajes, que le aportan casi un
cierto fatalismo apocalíptico, ese dramatismo… y, en suma, también va a mostrar
esa amargura, esa personalidad un poco introvertida y también el encontrarse
fuera de su patria.
“La
Catarsis”, 1934.
Una obra que ya representa la plena madurez expresiva
de Orozco y, sobre todo, el tema, es un alegato contra la guerra. Pero en
cuanto a lo que es su técnica, nos presenta un dibujo muy recargado, casi con
una fuerza que roza la extrema violencia, y ese sentido casi trágico que tiene
siempre Orozco de la vida.
Al fondo presenta el fuego (obsesión de Orozco por este elemento), el único que puede limpiar, el afán destructivo del hombre a través de la guerra. Se puede salvar al hombre de la amenaza del juicio final entendido como una guerra catastrófica provocada por el hambre, la ignorancia, la fuerza satánica y la tecnología. En un primer término las armas y unas prostitutas en ese sentido de la falta total de dignidad del propio hombre, expresado por esas risas satíricas. Es, por lo tanto, un alegato contra lo que es la guerra y, sobre todo, contra lo que el hombre se empeña en destruir y, sobre todo, cómo la tecnología excesiva, cómo toda esa locura del hombre hace que el hambre, las guerras…
El fuego al fondo como único elemento purificador.
Al fondo presenta el fuego (obsesión de Orozco por este elemento), el único que puede limpiar, el afán destructivo del hombre a través de la guerra. Se puede salvar al hombre de la amenaza del juicio final entendido como una guerra catastrófica provocada por el hambre, la ignorancia, la fuerza satánica y la tecnología. En un primer término las armas y unas prostitutas en ese sentido de la falta total de dignidad del propio hombre, expresado por esas risas satíricas. Es, por lo tanto, un alegato contra lo que es la guerra y, sobre todo, contra lo que el hombre se empeña en destruir y, sobre todo, cómo la tecnología excesiva, cómo toda esa locura del hombre hace que el hambre, las guerras…
El fuego al fondo como único elemento purificador.
“Hombre
en llamas. Hospicio Cabañas”, 1938-39.
Para toda esta obra utiliza fundamentalmente gris,
blanco y negro con toques de amarillo y rojo para el fuego, que es una constante.
En la bóveda lo que representa es el hombre en llamas, pintado entre 1938-39,
casi con un movimiento en espiral. El hombre en llamas que se tiene que
purificar en ese torbellino de llamas, arrastrando al hombre para su propia
purificación. Se ha querido ver una representación de la metáfora del ave
fénix: el hombre se purifica mediante el fuego para renacer. En cada uno de los
cuadrángulos se representa todos esos elementos de historia, religión,
tecnología… que desembocan en ese morir para revivir, ese ave fénix que es el
hombre en llamas. Está en consonancia con lo que hemos visto de catarsis y con
otros paneles de Estados Unidos.
“Cristo
destruye su cruz”, 1943.
De nuevo el fuego el gran purificador del hombre. Ya
había hecho alguna obra de este tipo representado en algún mural; una carga de
pensamiento de crítica más fuerte que si la narrativa fuera gente luchando
contra Cristo. Que el propio Jesús destruya su cruz es una crítica muy fuerte a
lo que es el cristianismo.
El segundo muralista que abordaremos es David
Alfaro Siqueiros (1896-1974). Teórico e ideólogo del muralismo, un hombre
muy comprometido políticamente, muy radical en sus convicciones, lo cual lo
lleva a la cárcel en más de una ocasión (lo cual hace que hasta los ’40 no sea
un pintor activo en gran medida, sino que entre y salga en la prisión, se va y
vuelve a México… hasta que tiene una cierta madurez y está harto de tanto
movimiento).
Muy prolífero, proyectó toda su arte por Iberoamérica
debido a esas continuas expulsiones por parte del gobierno de México.
Argentina, Chile, Cuba…
Un constante experimentador de las nuevas tecnologías.
Cree que el artista es un obrero, que el arte debe ser revolucionario, apoyarse
y beneficiarse de los cambios en la tecnología, por lo que siempre está
investigando en cómo avanzar en los aspectos técnicos de su arte.
“Eco por
un grito”, 1937.
Esmalte sobre madera. Antimilitarista, donde rechaza
la violencia, inspirada en los desastres de la Guerra Civil y representa la
destrucción del mundo, el abandono, la desesperación… todo representado por un
niño en medio de una desolación absoluta llorando y con esa cabeza duplicada.
Bastante conmovedora y dramática al estar esa representación de esa desolación
de ese llanto del niño.
“La Nueva
Democracia”, 1947.
Un enorme panel apaisado donde nos muestra una gruesa
materia, casi en relieve, colores brillantes… donde nos muestra a una mujer con
el torso desnudo, que avanza con fuerza hacia el espectador, con un gorro
frigio está rompiendo cadenas… porque realmente está siendo considerada la
nueva democracia. En este mural insiste en todo lo que son esas nuevas técnicas
de aplicación de los colores y realmente se convierte en uno de los murales con
más repercusión política, una de las iconografías más recurrentes cuando se quiere
hablar de la libertad.
Lleva el gorro frigio porque es el de la Revolución francesa. Es un triunfo contra lo que sería el fascismo. La modelo es la esposa de Siqueiros, Angélica Arenal, que se convierte en la iconografía de las revoluciones posteriores de ciertos movimientos revolucionarios.
Lleva el gorro frigio porque es el de la Revolución francesa. Es un triunfo contra lo que sería el fascismo. La modelo es la esposa de Siqueiros, Angélica Arenal, que se convierte en la iconografía de las revoluciones posteriores de ciertos movimientos revolucionarios.
“Nuestra
imagen actual”, 1947.
Una obra monumental, que realiza en piroxilina sobre
celotex (algodón muy resistente, especie de tela especial como si fuera de
loneta). Coloca a ese hombre cargado de expresiones telúricas (la
cabeza es una piedra, ese pasado, un cráneo informe… las raíces prehispánicas,
pero también puede conectar con cierta impotencia), las manos con un gran
escorzo, donde se presentan al espectador, vacías, buscando, queriendo
conseguir un futuro, una vida mejor. Técnicamente la obra ha sido construida
con ese manejo claro y resuelto de la perspectiva poli-angular que tiene
Siqueiros, y es una de las obras claves de caballete. Aunque los muralistas
rechazan el caballete, pues piensan que este es una pintura para burgueses
(clases que pueden comprarla), en realidad los tres los hacen. Ribera realiza
mucho caballete, el cual vende a los turistas norteamericanos. Orozco quizás
sea el que tenga una calidad menor en cuanto a pintura portátil.
Y llegamos al fin al gran Diego Rivera (1886-1957).
Poseedor de un encanto único, atrapó a miles con su particular estilo pictórico
y su extravagante estilo de vida. Rivera “el conquistador”.
El gran muralista, el más internacional y famoso. En
una familia de estatus medio alto, de mentalidad avanzada, padre químico,
editor de un periódico liberal… Todos estos artistas de la vanguardia casi
siempre nacen en una familia burguesa, acomodada, con estudios… un estatus
medio-alto, más liberales o más conservadores.
Las perspectivas en planos superpuestos, un
convencionalismo de perspectiva que asimila de los murales italianos del Renacimiento
y que utilizará para esa pintura que él considera que tiene que ser como un
instrumento pedagógico, en la que va a representar a todos los héroes de la
revolución, la utopía del México nacionalista, antiespañola…
“El
hombre en la encrucijada”, Rockefeller Center, 1933.
Un edificio decorado con toda una serie de mobiliario Art Decó, muy rico… y piensa que va a
pintarle un mural con el tema: el hombre en la encrucijada mirando esperanzado
al futuro.
Coloca en el centro de toda la composición un hombre,
que es un obrero, el dueño de la técnica, el cual maneja una gran máquina. Pero
está rodeado de una serie de retratos como el de Lenin, Trotsky y otros
ideólogos comunistas. Un discurso de izquierdas, marxista… que no acepta
Rockefeller, el cual le pide que lo modifique. Rivera dice que no va a retocar
nada, se produce un escándalo en Nueva York… se niega a repintar la obra. El
mecenas le paga y destruye la obra.
Pero como Rivera tiene ese halo de suerte, cuando
regresa a México le encargan que haga un mural para el Palacio de Bellas Artes
de la capital mexicana y aquí tiene la oportunidad de volver a hacer el mural,
donde va a mostrar exactamente todo lo que había mostrado en Nueva York. Ese
obrero que está en el centro, que parece que maneja una máquina… todo lo
conquista a través de las ideologías de izquierdas.
“América
Prehispánica”, 1950.
Desde los elementos andinos (Machu Picchu), el jaguar
muy presente, todo lo que es el basamento piramidal, los templos, los elementos
pictóricos de los códices postcortesianos; toda una serie de elementos
directos, casi caricaturescos, incluso la sangre por la escalinata, los sacrificios
de sangre, volcanes…
“El agua,
origen de la vida”, 1951.
Uno de los finales de su vida de los más interesantes
porque se aparta de la rutina de todo lo antiespañol. Para el parque de
Chapultepec. Le encargan que pinte todas esas conducciones de agua del parque,
por lo que es un desafío, pues parte de esos murales tenían que ir cubiertos de
agua, por lo que utiliza una técnica experimental, combinando el polietileno
con una solución de caucho para que no se fuera. Esto se ha restaurado hace poco.
Concebido para ser visto desde arriba, el que está arriba ve como si está en un
puente discurrir el río. Tema central el agua. Utiliza una serie de recursos
iconográficos que nos pueden recordar a otros de la pintura de Teotihuacán. La
Chalchiuhtlicue, diosa de la que sus manos surgen los chorros de agua, el agua
de la vida. Por tanto esa idea de colocar esas manos blindando esas aguas.
Enfrenta un personaje masculino y otro femenino. Simulando la corriente de agua
aparecen una serie de bandas, con una especie de caracolillos, plancton,
microorganismos aumentados, para identificar el agua… recurso que ya habían
hecho en la cultura prehispánica, no microorganismos pero sí caracolas,
renacuajos y otros elementos marinos. Inspiración en “El paraíso de Tlaloc”,
pintura mural de Teotihuacán.
Manme Romero.
Fuentes consultadas:
-
AA.VV.: “Pintado en México”
-
AZUELA, Alicia: “Diego Rivera en Detroit”
-
GUTIÉRREZ VIÑUALES, Rodrigo: “Arte
latinoamericano del siglo XX”
-
KETTENMANN, Ad.: “Diego Rivera”
-
LUCIE-SMITH, Ed.: “Movimientos artísticos desde
1945”
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