Hoy
hablaremos del Realismo Social, una temática en la pintura muy recurrida en el
siglo XIX.
Será
una vía de modernización, a pesar de estar controlados por el academicismo.
A
lo largo del siglo XIX, los temas caen en una clara decadencia frente a la
representación de lo inmediato, cotidiano e intranscendente. Este cambio, sobre
todo para la mentalidad académica (considerado como una moda), llegó a España
con cierto retraso respecto del arte europeo.
Por
otra parte, hay pintores a los que las novedades artísticas europeas les han
afectado en España.
Estas
novedades que venían de Europa eran vistos como un tema menor en el mundo
académico frente a los grandes temas tradicionales del mundo de la pintura
(mitología, religiosidad, retrato…).
Pero
este cambio de gusto afectó a los jurados, con temas sacados del presente pero
con cierta trascendencia social, donde valorar las cualidades personales del
artista pero con temas que tuvieran cierta consideración.
Para
esta alternativa se escoge el llamado realismo social, que trataba de
una plasmación objetiva de la realidad contemporánea en todos los aspectos;
significó el final de la pintura de historia, y supuso un hecho de evolución en
la pintura española.
El
realismo social tuvo en su éxito un componente sevillano, y fue el éxito
obtenido por Luis Jiménez Aranda en la Exposición Universal de París en
1889 con la obra “La sala de hospital
durante la visita del médico”. Son los estudiantes de medicina que
acompañan al médico que está escuchándole el pecho a la muchacha enferma. Tiene
este componente sevillano.
Esto
es el final del historicismo, y de esta manera se encuentra un camino nuevo
para el desarrollo del mundo académico. El tema tiene directrices ideológicas
en esta época, con ideas socialistas e incluso comunistas. Y contra estas ideas
están las doctrinas sociales de la iglesia, recogidas en el “Renum novarum” proclamadas por el papa
León XIII en 1891, contra los abusos de la burguesía y la aristocracia en
Europa y la defensa de las clases humildes y trabajadoras.
El
realismo social tuvo dos vertientes en la pintura:
- Por
un lado un realismo más inocente, más personal en los temas y más
universal. Un realismo más sentimentalista, conmueve.
- Después hay otra
vertiente, el realismo social de provocación temática, donde el
argumento es más universal en los principios, se analiza la condición humana en
general… y a su vez puede tener dos vertientes:
· dirigida a la desgracia
· dirigida hacia la denuncia social de las condiciones
laborales, de las clases más desafortunadas…
Ahora
veremos los principales cuadros, no artistas.
Una
obra fundamental del realismo social es “¡Aún
dicen que el pescado es caro!” de 1894, de Joaquín Sorolla. Se muestra un accidente de trabajo, durante
la pesca un marinero se hace una herida en el pecho, mientras otro intenta
taponar la herida mortífera.
El
título es una reflexión moral que nos puede recordar a los caprichos de Goya.
Esta
obra empezará a marcar un camino en Sorolla en su vinculación con el mundo
valenciano y el mundo de los pescadores.
“Trata de Blancas” también es de
provocación temática. Nuevamente es de Sorolla,
de 1897.
Trata
la prostitución de unas muchachas que acompañan a la celestina para ejercer en
las fiestas de pueblo la prostitución.
Hay
denuncias sociales que tienen carácter político, como una obra de José María López Mezquita, “Cuerda de presos”. Una mujer joven
acude con un niño al que quiere enseñar probablemente a su padre, pero es
encontrada por la Guardia Civil.
Se
extiende la idea de llevar al arte dentro de las directrices expresionistas “La
España Negra”, la España de la brujería, Inquisición, prostitución y toros.
La
pintura española siempre ha sido muy española y muy poco internacional en los
temas.
Hay
una pintura que tiene una carga más reivindicativa: “La Carga” de Ramón Casas.
Es una obra que representa algo que no es habitual, la lucha obrera de las
industrias catalanas y la represión que se genera con la Guardia Civil.
Vemos
ese sentido dinámico de la represión.
De
José Jiménez Aranda tenemos “Una desgracia”, que entraría dentro del
realismo social de provocación a través de la desgracia. Hay una obra y por
accidente un obrero cae de un andamio. Todos acuden para ver que ha sucedido.
Podríamos
decir que parece ser una fotografía, tiene carácter instantáneo fotográfico, e
incluso en primera instancia a la izquierda hay una mujer que se cubre el
rostro para no salir retratada.
“Conciencia tranquila” de Julio Romero de Torres nos
muestra una pintura de carácter social. Vemos a un policía que llega a una casa
y busca para encontrar alguna actividad de la familia con la política.
Existe
una cierta vinculación política dentro de estas obras.
Un
poco más tardía pero de gran éxito internacional es “Otra Margarita”, con la que Joaquín
Sorolla obtuvo grandes reconocimientos en Estados Unidos. Es la cara
oculta de una joven inocente que realmente está esposada por la Guardia Civil.
“Ciencia y Caridad” es la obra que un
jovencísimo Picasso presenta
ante una exposición internacional.
Una
de las pinturas más bonitas de esta época es “¡Y tenía corazón!” de Enrique
Simonet. Vemos a una joven a la que un médico en la sala de autopsia le
saca el corazón de pecho, quizás por ser una mujer mala. Es la mejor obra de su
autor.
Finalmente
Ramón Casas realiza la obra “Garrote
Vil” en 1894. Ejecución de una pena de muerte a las afueras de la
cárcel de Barcelona donde la gente acudía como si fuera un espectáculo: el
morbo sin límite.
Aparecen
unos cofrades de alguna institución caritativa. Es un realismo social e incluso
una crónica.
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