“Alma-Tadema y la pintura victoriana en la Colección Pérez Simón”. Esta
exposición que se encuentra en el Museo Thyssen-Bornemisza hasta el 12 de
octubre de 2014 (prorrogada), nos invita a conocer más en profundidad algunos
de los artistas que se incluyen en la pintura victoriana del siglo XIX.
Según podemos leer en la web del
Museo Thyssen-Bornemisza: “Sir
Lawrence Alma-Tadema, Edward Coley Burne-Jones, Sir Frederic Leighton, Albert
J. Moore o Dante Gabriel Rossetti cultivaron en sus obras valores que ofrecían
un fuerte contraste con las actitudes moralizantes de la época: la vuelta a la
Antigüedad clásica, el interés por el desnudo, las suntuosas decoraciones y las
referencias a los temas medievales, que habían heredado de los prerrafaelitas”.
Juan Antonio Pérez Simón lleva reuniendo desde hace más de treinta años
obras pertenecientes a la pintura británica de la época del reinado de Victoria
(1837-1901) y de su hijo Eduardo VII (1901-1910). Esto se debe a su afición a
la belleza natural y de la mujer, y es esto lo que precisamente nos hace llegar
la pintura victoriana.
Esta exposición comienza en un eje cronológico que coincide con la
disolución de la Hermandad Prerrafaelista, y el conjunto de obras que vemos en
la misma responde a dos características primordiales: la fidelidad de estos pintores
a la cultura clásica y la admiración por la belleza femenina.
La pintura victoriana, que fue abandonada en el olvido durante varios
años, se muestra hoy en esta magnífica exposición con 50 obras ejemplares,
entre las que destacan las del pintor Alma-Tadema, que da nombre a esta muestra.
¿Quién es Alma-Tadema? Sir Lawrence Alma-Tadema nació en 1836 al norte
de los Países Bajos. En Inglaterra fue un pintor de éxito, y se codeaba con
grandes artistas del movimiento prerrafaelista. Como bien decíamos
anteriormente, gran parte de sus obras se apoya en el mundo antiguo, y posee
una serie de cuadros inspirados en Egipto (ya lo veremos a lo largo de este
post).
Volviendo a la exposición, en
primer lugar quiero destacar que viene desde París y Roma, y cuenta con
artistas como Burne-Jones, Frederick Leighton, Gabriel Rossetti, Waterhouse y
por supuesto Alma-Tadema (entre otros). Algo muy importante a tener en cuenta es
que es una exposición que une la pintura y la literatura, dos artes muy
importantes, ya que en cada sala nos van introduciendo pequeños fragmentos de
textos clásicos, lo cual nos ambienta aún más en la época. Para no aburriros
demasiado iré destacando las obras que más me han llamado la atención como
visitante a la exposición, agrupándolas por pintores.
“Edward Coley Burne-Jones: Pigmalión. 1871”
Pertenece al prerrafaelismo puro,
que viene dado por la Hermandad Prerrafaelista fundada por Millais, Rossetti y
Hunt, incorporándose más tarde Burne-Jones.
“Edward Coley Burne-Jones: Fátima. 1862”
Obra del mismo artista en la que
podemos ver como la figura de la mujer es la única protagonista del cuadro.
“Albert Joseph Moore: El cuarteto. Tributo del pintor al arte de la
música. 1868”
Otro pintor inglés que destaca
por sus pinturas con figuras femeninas. En este caso hace un tributo a la
música, pero coloca a las mujeres de espaldas al espectador, disfrutando del
concierto al que están asistiendo. Siguen siendo personajes sensuales con
ropajes semitransparentes que dejan intuir el cuerpo de la mujer. Todas son
figuras elegantes y muy cuidadas.
“Frederick Goodall: Moisés salvado de las aguas. 1885”
En esta magnífica obra se
ambienta una escena bíblica en un contexto histórico egipcio, pintando al mismo
tiempo desnudos femeninos (nuevamente la figura femenina posee un peso
importante en la obra). Enmarcando la composición encontramos el Templo de Isis
en Philae, ubicado cerca de la primera catarata del Nilo. Una obra de gran
delicadeza y elegancia, que combina la mujer, la antigüedad y un paisaje
exquisitos.
“Lawrence Alma-Tadema: Exedra. 1871”
Empezamos con las obras de
Alma-Tadema. Esta escena se sitúa a la salida de Pompeya, en la Via dei
Sepolcri, con un paisaje caracterizado por esas grandes losas de piedra que
apreciamos en la imagen. Si nos fijamos en la composición, incluso podemos
advertir las vetas del mármol. Sin embargo, en primer plano vemos un esclavo,
que probablemente espera las órdenes de su amo. Nuevamente estamos ante una
reconstrucción arqueológica.
“Lawrence Alma-Tadema: Las rosas de Heliogábalo. 1888”
Era imposible no destacar esta
obra. “Heliogábalo empleó un toldo de una
sala de banquete para hacer caer en abundancia violetas y otras flores sobre
los cortesanos, de tal manera que varios de ellos, incapaces de salir a la
superficie, murieron ahogados” [Historia Augusta]. Este es el texto que
encontramos en sala y que ciertamente ilustra bastante bien la escena. Además de
este pasaje, debemos posar nuestra mirada en la exquisitez a la hora de tratar
este acontecimiento: podio de mármol, mesa con patas de bronce, frutas dispares…
los detalles están dispuestos de forma impecable. No debemos olvidar que a
pesar de representar una tragedia, Alma-Tadema hace una obra bellísima; es
inevitable fijarse en la figura central de la parte inferior, que lucha por
salir de la montaña de flores con un abanico de plumas, e incluso parece que su
brazo se adentra en el plano del espectador.
“John William Godward: Belleza clásica. 1908”
Obra perteneciente ya al siglo XX
pero que sigue en la estética de lo que estamos viendo. Mujer dispuesta de
perfil sobre un paisaje idealizado y una pared de mármol perfectamente
conseguido (nuevamente vemos las vetas y los colores de este material). Los rasgos
de la mujer también están levemente idealizados y quizás puedan recordarnos al
ideal clásico.
“John William Godward: La ausencia acrecienta el amor. 1912”
En esta obra vemos un claro juego
entre las sólidas líneas de la arquitectura (nuevamente la presencia del
mármol) y la suavidad y flexibilidad de las líneas del cuerpo de la
protagonista. Algo a destacar son las telas, nuevamente muy cuidadas y haciendo
pliegues, lo cual hace la composición mucho más veraz.
“John Melhuish Strudwick: Pasan los días. 1878”
Esta obra si es algo más
diferente a lo que venimos viendo. En este caso se aborda el tema de la
fugacidad del tiempo, representado a través de alegorías que nos remiten a las
tres edades del hombre, las cuales desfilan ante un hombre sentado en un trono.
En el centro se encuentra un hombre que mira solo a su pasado, ignorando al
presente y dando la espalda al futuro; a la derecha tenemos a la juventud
acompañada por un paisaje primaveral; sin embargo, a la izquierda encontramos a
la vejez con un panorama desolador. Todo esto se encuentra enmarcado en una
composición marmórea, en la que se representan toda clase de situaciones
dramáticas que pueden ocurrirle al ser humano. Realmente vemos un friso humano,
formado por diferentes figuras que responden a un único canon, diferenciadas
por la huella del tiempo. Esta es una de las obras que dan paso al simbolismo.
“John Melhuish Strudwick: Las murallas de la casa de Dios. H.1889”
Y con esta última obra cierro el
post. En ella se representa la llegada de dos almas al Paraíso: el hombre
recibe la libertad, mientras que la mujer aún tiene cadenas en las muñecas.
Finalmente destacar que además de
todas estas obras (y muchas más que no puedo mencionar porque se haría
larguísimo) y los textos que las acompañan, encontramos en el centro de la sala
de mayor tamaño un centro de rosas, justo delante de la obra “Las rosas de
Heliogábalo”.
Para aquellos y aquellas a los
que les haya gustado, les dejo aquí un vídeo acompañado de varios enlaces para
más información de la exposición. Espero que lo disfruten:
Listado de obras de la exposición AQUÍ.
Microsite de la exposición AQUÍ.
Más imágenes sobre la exposición ("Por la calle de Alcalá") AQUÍ.
Manme Romero.
Fuentes consultadas:
Catálogo “Alma-Tadema y la pintura victoriana en la Colección Pérez
Simón”
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