martes, 1 de julio de 2014

Leonardo da Vinci, Tratado de Pintura




Leonardo Da Vinci nació el 15 de abril de 1452 en Vinci, cerca de Florencia. Fue criado como hijo legítimo por su padre, y durante los cinco primeros años vivió con su progenitor, aprendiendo a leer, a escribir, y algunas nociones sobre aritmética. Sin embargo, no aprendió latín, siendo esta la lengua base de la enseñanza tradicional del momento.


A partir de 1469, Leonardo se convierte en aprendiz del taller de Andrea del Verrocchio, aunque también trabajó con Antonio del Pollaiuolo.
Leonardo tuvo la oportunidad de aprender las bases de la química, de la metalurgia, del trabajo del cuero y del yeso, de la mecánica y de la carpintería, así como de diversas técnicas artísticas como el dibujo, la pintura  y la escultura sobre mármol y bronce. Igualmente, recibió formación en habilidades como la preparación de los colores, el grabado y la pintura de los frescos.
Pero Leonardo sigue ampliando sus conocimientos y estudia también cálculo algorítmico.
Pronto también destacó como ingeniero. Y en 1478, se ofreció para levantar la iglesia octogonal de San Juan de Florencia.
Por otra parte, también se destacó en el campo de la ciencia, sus investigaciones en el área de la anatomía, óptica e hidráulica, anticiparon muchos avances de la ciencia moderna.


En la etapa de formación de Da Vinci en el taller de Verrocchio, tuvo  la oportunidad también de estudiar la anatomía humana, participando en la disección de cadáveres en la facultad médica. Estas investigaciones le permitieron conocer las proporciones físicas de las personas.
Se le considera como el prototipo del hombre del Renacimiento, mediante su obra y su vida cultivó el arte, pensamiento, ciencia y tecnología, ayudando a llevar a un mundo teocéntrico al camino de la razón, la ciencia, el aprendizaje y la tolerancia.

En el Tratado de Pintura de Leonardo Da Vinci que ahora nos ocupa, realmente se pretendía argumentar que el arte era una ciencia. Es una serie de escritos que han sido recogidos y agrupados, publicados como un tratado tras la muerte del artista.
La pintura para Leonardo es ciencia, lo que representa “el sentido de la verdad y la certeza sobre las obras de la naturaleza”.

En el Renacimiento se acontecen una serie de cambios, iniciándose una ruptura con el Medievo. Los artistas no trabajan sólo con la idea de que el arte puede servir a los designios divinos y como vehículo para la unión con Dios, sino también como retrato del mundo real.
La figura que mejor puede representar esto es Leonardo Da Vinci, pues es él quien reúne todos los saberes más avanzados de la época, ya sean científicos o artísticos. En sus escritos intervienen la experimentación, el cálculo matemático, las nociones de geometría y la investigación.
Para Leonardo, un artista es verdadero si en su actividad suma conocimientos científicos y filosóficos. En su Tratado de Pintura apoya un arte que refleje la perspectiva, la profundidad y los distintos planos de la realidad. El arte de pintar cimenta el conocimiento como una segunda creación de la realidad, en el que se reúnen el arte y la ciencia.

Leonardo Da Vinci, en este fragmento de su Tratado de la Pintura, nos habla sobre todo de la ciencia, pues no es ciencia (según Leonardo) sólo lo matemático y lo que proviene de la razón, es necesario mirar más allá, al exterior, fijarse en la naturaleza.
Pero sobre todo, nos habla de la ciencia de la pintura. Nos cuenta que es la madre de la ciencia de las líneas de visión, lo que conocemos por perspectiva. Un gran cambio de esta época es la obsesión por la perspectiva y representación del espacio en una superficie plana, algo que ya veíamos anteriormente con León Battista Alberti. Además de esto, en el siglo XV se redescubren textos científicos antiguos.

Dentro de esta ciencia de las líneas de visión, Leonardo hace tres distinciones: por un lado la perspectiva lineal; realmente aquí se hablaría del dibujo. La perspectiva lineal consiste en que las líneas paralelas que van de más cerca a más lejos convergen en un punto de fuga, lo que crea una ilusión de profundidad; es la construcción de volúmenes. Esto ya lo veíamos con Alberti, y Leonardo utiliza este método en numerosas obras, muestra de ello es la “Última Cena”.


Más tarde también nos habla de la perspectiva de color. Ciertamente nos cuenta que los colores se difuminan por la distancia. Esto también sería aplicable a las gamas de colores; según las tonalidades sean cálidas o frías producen sensación de cercanía o lejanía.
Por último, menciona la perspectiva menguante. Es por la cual los objetos y figuras pierden nitidez con la distancia respecto al primer plano; aparecen así los contornos borrosos y desdibujados.
Con esto Leonardo nos da la clave de la perspectiva, nos facilita la forma de representación de las figuras y objetos en un cuadro para conseguir una sensación de tercera dimensión, evitando las figuras y paisajes planos que quedaron atrás en la Edad Media.
Finalmente Leonardo nos da un pequeño apunte: volviendo a la ciencia de las líneas de visión, nos dice que de ella deriva directamente la astronomía, la cual también es pura perspectiva.

Asimismo, Leonardo demostró que la base de la perspectiva albertiana es insuficiente para representar la realidad, ya que en ella todas las cosas dependen de un rayo central único: los pintores ya se habían dado cuenta de que hay serias limitaciones en la perspectiva albertiana monofocal. No obstante no rechazó esta teoría, la transformó, dedicando atención a los fenómenos que ocurrían en la periferia de visión. ¿Qué nos demuestra esto? Que Leonardo nos da un avance.

Continuamos con el fragmento y nos encontramos con una frase muy reveladora: “Si tú menospreciares la pintura, sola imitadora de todas las obras visibles de la naturaleza, de cierto que despreciarías una sutil invención que, con filosofía y sutil especulación, considera las cualidades todas de las formas (…) Esta es, sin duda, ciencia y legítima hija de la naturaleza”.
¿Qué nos quiere decir Leonardo con esto? Antepone la pintura a cualquiera de las otras artes. Nos dice que es un reflejo totalmente fidedigno de la naturaleza, y que si la rechazas, rechazas también a esta última.

Esto todavía se agudiza más cuando habla de la diferencia entre la pintura y la poesía. Indudablemente lo que nos dice Leonardo es que la poesía es una pintura ciega, y la pintura una poesía muda. Pero también nos dice que el sentido “más noble” es el ojo, por tanto, eleva a la pintura a un rango superior que el de la poesía; el ojo engaña menos que cualquier otro de los sentidos.

Pero, ¿Verdaderamente Leonardo ha establecido nuevas reglas? ¿Ha mostrado una innovación? Lo que Da Vinci aquí nos expone se venía dando anteriormente con otros artistas ya mencionados, pero ahora, con estos escritos encontrados y publicados a modo de tratado se asientan todas las bases. Leonardo nos habla de la perspectiva, del color, de la degradación de las figuras según la distancia a la que se encuentren… pero lo más importante y destacable es el arte como ciencia; se sigue persiguiendo el objetivo de considerar al artista como un científico, como un intelectual, y dejar a un lado el arte con connotaciones manuales o artesanales. Ahora el artista es culto, una persona con estudios, y estos estudios los va a reflejar en sus obras, al igual que hacía Leonardo.
Leonardo da Vinci es probablemente el artista que más relacionamos con la ciencia. Aún sin contar sus diseños de ingeniería, muchos de sus cuadros representan o se valen de las matemáticas. El mejor ejemplo es el famoso “Hombre de Vitruvio” donde se observan las proporciones matemáticas del cuerpo humano, que supusieron un importante redescubrimiento del siglo XV. 


Este “uomo senza lettere” como a sí mismo se definía Leonardo por ignorar el latín, sólo admitía como verdaderos métodos científicos la observación de la naturaleza y la experimentación. El conocimiento de los escritores antiguos tenía su utilidad como base, pero no como objetivo final.
Si tuviéramos que elegir un representante que encarnase en sí el verdadero espíritu del Renacimiento, habríamos de escoger la figura de Leonardo da Vinci.

Como conclusión, diremos que Leonardo es una figura clave para la consideración del arte como ciencia, y tanto en sus escritos como en sus dibujos y bocetos nos demuestra su interés por ella.
Además, Leonardo establece una diferencia clara entre la pintura y el resto de las artes, pues sitúa a la pintura a un punto muy elevado, considerándola también como ciencia, por estar basada en la experiencia, por tener su fundamento en la perspectiva matemática, por basarse en el estudio de la naturaleza y porque su veracidad depende del ojo, siendo el sentido de la vista el más importante por ser una ventana al alma y porque es imprescindible para contemplar la belleza; es decir, la vista es el sentido que no nos engaña.
Igualmente establece una comparación, y llega a la conclusión de que la poesía puede crear un sentimiento con descripciones imaginativas, pero la pintura puede hacerlo en mayor proporción.




Manme Romero.








Fuentes consultadas:

-         Leonardo da Vinci: Tratado de Pintura.

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