La
escultura del siglo XIX en España no ha merecido un papel importante en la
trayectoria artística.
Hasta
el siglo XX no ha habido otra época con artistas más internacionales que en el
siglo XIX. Hablaremos de varios escultores, cuya trayectoria artística en
algunos casos prácticamente se desarrolló fuera de la Península Ibérica,
teniendo un gran reconocimiento a nivel internacional.
Si
hay que hablar de un matiz común a la escultura española de la época, quizás
debamos citar la uniformidad; es cierto que existe una uniformidad, siempre con
peculiaridades, sobre todo que se explica por la presencia del academicismo,
como órgano que dicta el criterio y el gusto artístico, y que en el campo de la
escultura tendrá una mayor incidencia. Sí que habría que hablar de la presencia
del mundo clásico.
Hay
otro matiz también importante en el campo de la escultura, ya que quizás
durante el siglo XIX es el momento en el que se mantiene más fuerte una
vinculación entre el maestro y el discípulo, y quizás sea en el campo de la
escultura donde más se refleja esto.
Se
advierte una clara primacía del período clásico, sobre todo en la etapa
fernandina (Fernando VII).
Primacía
de las academias de Madrid y Barcelona, y también las academias provinciales
van a participar, pero con un nivel de calidad menor. En Sevilla se vincula con
la imaginería policromada.
La
escultura estará vinculada a los ideales neo-clásicos, de una gran calidad y
excelente oficio, con temas que rechazan de alguna manera la vinculación de la
escultura con lo religioso.
Primará
la estatuaria civil, y a través de la mitología se intenta exaltar los valores
cívicos.
Es
una escultura promovida principalmente por el núcleo de vanguardia en Europa,
que es Roma, donde se concentran los dos escultores más importantes de esta
etapa: Antonio Canova y Thorwaldsen.
El
estilo neogriego va a imponer una estética escultórica de vanguardia en el arte
europeo.
Se
ensalza un concepto de belleza ideal, clásica, con dos preferencias
diversificadas:
- - El
lenguaje post-clásico, helenístico, de Canova.
- - Un
lenguaje más severo, como el de Thorwaldsen.
En
composiciones estáticas, serena, de ritmos claros (no siempre estática), frente
a la complejidad, a la exageración expresiva de otras épocas, como el Barroco.
Vemos
un cambio en los materiales, frente a la madera ahora tendremos una escultura
realizada en mármol, bronce… algunas esculturas se quedan en yeso, porque no se
llegan a realizar por el elevado presupuesto.
La
escultura de bulto redondo y relieve juega un papel muy importante en la época.
Cambia
también la clientela de momento, fundamentalmente regia, oficial, cargada por
la monarquía y organismos oficiales; será aristocrática. La iglesia estará
presente pero en un papel menor, lo cual implica algo que venimos señalando
desde hace tiempo: la escultura juega también un papel importante,
desacralización de la vida pública y el arte español durante el siglo XIX.
José Álvarez Cubero es reconocido como
el Canova español, e incluso fue su discípulo en Roma.
Nació
en Priego de Córdoba en 1768 y murió en 1827.
Su
padre tenía un taller de marmolistas. Dará un paso hacia Madrid en la Academia
de San Fernando.
“Ganímedes”. 1804.
Esas
dotes le llevaron a conseguir un pensionado de estudios para perfeccionar su
obra, primero en París, donde deja su obra “Ganímedes”, dejándonos ver que
conoce la antigüedad y los temas diversos. Sigue una técnica curvilínea, de
contraposto praxiteliano, vemos cierto esfumatto
en el tratamiento de las formas, suavizadas a la forma de Antonio Canova.
Pasa
a Roma (1805) y allí entra en contacto con el gran Antonio Canova, con el que
se vinculó con una sólida amistad.
Durante
la Guerra de la Independencia se negó a reconocer a José I Bonaparte, fue
retenido en el Castillo de Sant’Angelo, y tuvo que trabajar para la Roma
ocupada por los franceses.
Su
fama no hizo más que crecer, y utilizó su prisión como publicidad. Fernando VII
lo nombró escultor de cámara, y José Ginés lo nombró primer escultor de cámara.
“Apolo inspirado
por la música”. 1808.
Realiza
la escultura “Apolo inspirado por la música”, también para la Casita del
Labrador de Aranjuez. Es un tema intranscendente del mundo helenístico.
“Diana Cazadora”.
1809-15.
Su
vinculación con Canova está clara, la vemos en su obra “Diana Cazadora”.
“La Defensa de
Zaragoza”. 1815-23.
Pero
su pieza fundamental es el famoso grupo de “La Defensa de Zaragoza”. Después de
esta obra vuelve a España. Esta obra se puede considerar la más importante del
neoclasicismo español. La concibe en Roma en adulación a la figura del rey, e
inspirándose en uno de los episodios de la Guerra de Independencia, los Sitios
de Zaragoza: un joven ve herido a su padre por los franceses, y va matando a
todos a los enemigos para defenderlo. Finalmente un oficial a caballo mata al
hijo, y el padre acaba en prisión, muriendo por el dolor de haber perdido a su
hijo. Vemos la traslación de una leyenda de la Guerra de Independencia a un
ideal clásico, del joven que lucha por defender a su padre, por sus ideas
políticas, frente a los tiranos que están ocupando su país. Parece ser que la
idea surge en 1815, y en 1818 estaba concluida en yeso. En 1823 Fernando VII
decide que la obra se realice en mármol. No es un mármol finamente labrado,
porque al escultor le interesa resaltar más la lucha, el valor, el dramatismo…
También
es cierto que esta escultura está mucho tiempo al aire libre, y que pudiera
estar pensada en un monumento público. (A partir de este momento, va a adquirir
importancia los monumentos públicos en España, siempre con temas en los que se
exalta el valor, heroicidad, y valores cívicos de personas importantes).
Este
grupo está inspirado en obras clásicas, como en el “Creugante” de Canova o en
el “Hércules y Lica”, también de Antonio Canova.
Pero
también hay otro grupo escultórico helenístico importante en cuanto a la
exaltación de ideales, que es el grupo de los “Gálatas”, que se realiza en la
ciudad de Pérgamo; se representa a los gálatas prefiriendo la muerte antes que
ser esclavos de sus vencedores. Pudo venir de aquí una inspiración por la
posición del cuerpo.
Hoy
día ha sido restaurada.
“Isabel de Braganza”.
1826.
Aparte
de esta obra, el escultor tuvo tiempo de realizar otros trabajos, como “Isabel
de Braganza”, primera esposa del rey Fernando VII. Aparece sedente. Nos muestra
un retrato real, sentada como una gran matrona romana, sobre un gran sillón de
época romana, siguiendo modelos como el de “Agripina” o el de “Leticia
Bonaparte” de Canova. Realmente es un retrato idealizado. Se encuentra
actualmente en el Prado.
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