Hablar de
simbolismo es hablar de una constante en la Historia del Arte, por los
elementos simbólicos. Ya desde la Edad Media estaba plagada de símbolos.
También la simbología en el Barroco fue importante, ya que tuvo tanta presencia
en el ámbito andaluz sobre todo en Sevilla, que es el simbolismo una auténtica
referencia, por ejemplo con Julián Gállego que escribió sobre la simbología en
la pintura barroca española. Es una referencia ineludible.
En este sentido
los pintores a caballo entre el siglo XIX y el XX serán una referencia sin duda
de ese simbolismo. Ahora se aprovecha además un ambiente en la pintura y en el
arte europeo que se propicia a través de la literatura, muy simbolista, por
ejemplo con Flauvert y las tentaciones de
San Antonio que ilustró Odilón Redón. Baudelaire también realizó el poema
de Beatriz. Los símbolos están
presente en el arte, sobre todo en la segunda mitad del siglo XIX.
El simbolismo
viene a ser una reacción en contra del materialismo, con una realidad cruda,
que en una suerte de evasión se pretende olvidar. A veces puede tener un signo
romántico. También puede tener una relación íntima con la alegoría, pero esta
necesita de una figura y el símbolo no. Habrá una serie de elementos simbólicos
que no descarte de la alegoría.
El simbolismo
pretende exaltar los valores del espíritu frente a la materia, y para ello se
utiliza recursos artificiosos, como los círculos luminosos, las irisaciones de
colores, las ráfagas, todos los elementos que propician una suerte de
artificios.
Hay una relación
íntima entre la literatura y la pintura. Ello es así porque la literatura tiene
unos recursos gramaticales a los que no siempre puede llegar la pintura. Por
ejemplo el escritor cordobés Góngora. La literatura es muy rica en
posibilidades.
Se sabe que
Villegas no fue miembro de la masonería, pero le quisieron implicar por su
implicación con su amigo poeta mejicano, Amado Nerbo. Esa relación de amistad
no implicaba que el pintor sevillano compartiera esas creencias.
Villegas escribió
lo siguiente: “eco sonoro de sentimientos
y pasiones que brotaron del alma del artista; un valor espiritual que se lanza
al combate esperando hacer vibrar las conciencias atormentadas por la congoja
de esta oda trágica. Es una obra que como en la vida el bien surge del mal. Si
consigo que la sensibilidad dedicada y expresiva que anida en ella se transmita
a todo espectador a través de diversas gradaciones de cultura, habré realizado
mi ensueño evocador de un ideal que nos purifique del positivismo y escepticismo
del presente”.
La serie tiene unos elementos
simbólicos, como por ejemplo velos transparentes que ondean al viento, ruedas
centelleantes, arcos, círculos… lo que hace que sea una de las obras más
importante del simbolismo español.
José
Villegas Cordero: “Prólogo: La creación” (1901-16)
Vemos lo dicho hasta el momento respecto a
los elementos simbólicos que se utilizan, la relación con los prerrafaelistas
ingleses. El uso de flores, de elementos de la naturaleza… pero también ese
artificio, que son esas ráfagas y destellos luminosos.
José
Villegas Cordero: “Primer mandamiento: Muera la materia, no el espíritu”
No cabe duda que la evocación de la pintura
barroca sevillana está presente en estas obras, sobre todo de Juan Valdés Leal;
pero por otro lado, palpa la tradición renacentista italiana.
José
Villegas Cordero: “Segundo mandamiento: Los males nos circundan y abrazan
(abrasan)”
Tenemos aquí las tentaciones, podemos
remitir a José Jiménez Aranda (tríptico de San Martín). Vemos las olas de
fuego, un aspecto rocambolesco podríamos decir, la truculencia y
artificiosidad, teatralidad barroca…
José
Villegas Cordero: “Tercer mandamiento: El Descanso”
Vemos la diversidad de colores (blanco,
azul, rojo, amarillo, malva…), una suerte de cromatismo muy rico.
José
Villegas Cordero: “Cuarto mandamiento: Ayudarás a tus padres”
Sin duda está pensando en el Incendio del
Borgo de Rafael, cuando Eneas, Ascanio y Anquises aparecen en un extremo de la
obra; aquí hace una interpretación del tema, pues en medio de una tormenta que
se mueve como si fueran velos transparentes que van envolviendo las figuras,
que son auténticas alegorías (en este caso, de las edades; pero también de la
sangre, como la familia se ayuda).
José
Villegas Cordero: “Quinto mandamiento: Perdona a tu prójimo”
No cabe duda que el tema de Caín y Abel
está presente. De nuevo esa ráfaga de cromatismo, con tonos rojos alusivos a
ese cruel asesinato fratricida del propio Caín a su hermano Abel.
José
Villegas Cordero: “Sexto mandamiento: Únete a la que elegiste como compañera de
la vida”
El Himeneo, recurre a la tradición
clasicista a través del renacimiento. Toda una suerte de teatralidad floral; de
nuevo la relación con los prerrafaelistas, especialmente de Rossetti, utilizando
gran variedad de plantas con una simbología. De nuevo ese torbellino, que da la
impresión de que son nubes, aunque no lo son, sino que forman parte de la
teatralidad, es una obra escenográfica. Parece que está intuyendo lo que
supondrá el cinematógrafo.
José
Villegas Cordero: “Séptimo mandamiento: El trabajo ilumina el camino de la
fortuna”
Se trata de trabajadores del campo, pero de
pronto aparece un círculo luminoso, que no tiene en realidad una justificación
en la obra; hay elementos surrealistas, que están fuera de la realidad, haría
las delicias de Salvador Dalí.
José
Villegas Cordero: “Octavo mandamiento: Haz luz que salve al inocente”
De nuevo la inspiración en la pintura de
los prerrafaelistas y del renacimiento italiano. El efebo que aparece a la
derecha podría ser un trasunto del arte clásico, pero quizás nos recuerde más a
Botticelli, a los maestros florentinos. Vemos todo lo que representa, una vez
más, el mundo natural. Puede recordarnos al arte del art noveau, porque va en la misma línea.
José
Villegas Cordero: “Noveno mandamiento: Aparta de ti toda tentación que dañe a
tu prójimo”
Se inspira mucho en la pintura de plainair, aspectos naturales en los que
se desarrollan las escenas, utiliza los recursos de la naturaleza (luces,
sombras). Hay una truculencia, una transformación de la realidad en la obra de
Villegas.
José
Villegas Cordero: “Décimo mandamiento: Bendice el pan que cura tu fatiga”
De nuevo una escena natural. Aparece Pluto
(relación con el mundo mitológico). Utiliza una gama muy frecuente, la gama de
colores cálidos, sin descartar ningún otro.
José
Villegas Cordero: “Epílogo: La Muerte”
Aquí está la clave que algunos interpretan
como dudosa ortodoxia. Incluye la frase: “No
es la Tierra el centro del alma”. Vemos un signo de interrogación en la
parte superior de la obra.
Y hasta aquí el Decálogo de José Villegas. Como decimos, dejamos de lado
el simbolismo profano, del cual hablaremos muy próximamente con Julio Romero de
Torres.
Espero que os haya interesado. Nos leemos
pronto.
Manme Romero.
Fuentes
consultadas:
- CAPARRÓS
MASEGOSA, María Dolores: “Pintura de fin de siglo; pintura decadentista”
-
P.C. Gerardo: “Arte Contemporáneo en Andalucía”; Universidad de Sevilla.
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